Tesoros vs Trofeos


En este mundo marcado por la competencia, los trofeos abundan. Luchamos y nos sacrificamos por ellos. Un trofeo en muchas ocasiones nos da valor, nos brinda reconocimiento y crea un espejismo de que somos algo superior. Ese objeto con nuestro nombre, aquel papel enmarcado que tenemos colgado en la pared, falsamente nos ayuda a sentirnos valorados y no se detiene ahí; compramos el carro, la casa, nos vamos de viaje para seguir acumulando trofeos, cada vez deseamos más y más, hasta el punto de tener a alguien a nuestro lado por la estúpida idea de pensar que las personas también pueden ser nuestros trofeos.

Nos olvidamos de que los trofeos no son tesoros, no son más que premios para nuestro ego. En cambio los tesoros son alicientes para el corazón; es la diferencia entre una casa nueva y un hogar, tener verdaderos amigos o simplemente tener salud. Un tesoro es aquello que nos da una inmensa paz y no tiene nada que ver con bienes materiales, más bien nos alejan del egoísmo y nos llena de satisfacción y una riqueza infinita. Estamos rodeados de grandes tesoros, pero la búsqueda de trofeos nos impide seguir el mapa que nos guiará al tesoro perdido. Y bueno, la verdad no está tan perdido o lejano, está ahí junto al “deja de ser tan pendejo”, “valora lo que tienes” y pegado al “ya no busques la falsa riqueza de los trofeos.


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